Somos María y Claudio, y para nosotros no hay mayor privilegio que acompañaros en un día tan único como vuestra boda. Creemos que cada pareja es diferente, cada historia merece ser contada con honestidad y cariño.

No somos solo fotógrafos: estamos ahí para acompañaros, para hacer que os sintáis cómodos, para ayudaros a que el día fluya y podáis disfrutarlo de verdad. Observamos, intuimos, anticipamos. Sabemos cuándo estar cerca y cuándo daros espacio.

Fotografiar una boda es más que seguir a una pareja con una cámara. Es observar con atención, saber lo que está por suceder, estar ahí justo antes de que pase.

Nos gusta capturar lo que no se repite: una risa verdadera, una mirada que lo dice todo, un gesto cotidiano que se vuelve eterno.

No solo trabajamos en digital: también usamos película, porque creemos que algunas historias merecen ser contadas con la textura, la luz y el tiempo de lo analógico.

Hacemos fotos naturales, sí. Pero también buscamos la belleza en cada encuadre, en la luz, en la composición. Queremos que vuestras imágenes no solo os emocionen ahora, sino que os sigan sorprendiendo con los años.

Algunas fotos parecerán robadas. Otras, casi cuadros. Y todas, profundamente vuestras.

Dos personas tomando fotos de sí mismas en un espejo, en un ambiente elegante con candelabros y paredes decoradas.