Cámaras desechables en bodas: la mirada imperfecta que guarda tesoros
En algunas bodas aparece un detalle que nos encanta: pequeñas cámaras desechables repartidas entre las mesas. Invitados disparando sin pensar demasiado, con flash directo, encuadres torcidos, risas congeladas a medias. Fotos que no buscan ser perfectas, sino auténticas.
Fotografía: @by.lanaranja
La belleza de estas cámaras está en lo imprevisible. No sabes qué guardan hasta que revelas el carrete, y esa espera tiene algo mágico. Confiar en lo que no se ve, en lo que no se puede repetir ni borrar, es un gesto que nos recuerda a vivir el instante sin intentar controlarlo.
En Lanaranja también trabajamos con película. Nos atrae esa textura, esa sinceridad que solo el carrete sabe conservar. Igual que con una desechable, cuando disparamos en analógico buscamos emoción más que técnica. El grano, la luz y los accidentes son parte del recuerdo.
Si piensas poner cámaras desechables en tu boda, un consejo: procura que haya buena luz (o usa el flash) y anima a tus invitados a disparar mucho. Entre tantas fotos imperfectas siempre aparecerán joyas inesperadas.
Y si quieres que tus invitados también capturen momentos espontáneos, nosotros vendemos cámaras desechables para bodas, listas para usar. Un pequeño detalle que convierte cada foto en un tesoro inesperado.
Porque al final, tanto en las imágenes analógicas que hacemos nosotros como en las que surgen de una desechable, lo importante es lo mismo: capturar la vida tal cual sucede, sin ensayos, sin filtros, con toda su verdad.